En estos años he pasado varias veces por el frente, a veces renuente y amargado, otras melancólico, con el peso de los días vacíos en mi espalda.
Hace siete años no atravesaba este portón verde empapelado, no miraba vouyerista enajenado a través del vidrio de "Boquitas", no escribía alguna palabrería absurda en el patio, mientras tomo un café y fumo nerviosísimo el décimoquinto Parisiennes, tratando al mismo tiempo y en este estado de contestar tu mensaje (porque claro, si estoy acá, también estás vos).
No subí más allá del primer piso, no busqué ver si existe aun el piano de la "Martí", no bajé por las escaleras del fondo: Temo no encontrarlo a Facundo (recordar que ahora vive en New York), temo no encontrarla a Natalia (recordar que le debo una visita desde hace años). Temo encontrarme sobre todo, al Licenciado en Letras que alguna vez quise ser.
En este sitio tan raro, que no consigo a pesar de todo percibir como familiar, he dejado olvidado hace años parte importante de mis sueños, y va siendo hora de intentar recuperarlos.
Buenos Aires, 13 de diciembre de 2012
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