Siete segundos en Brooklyn

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Ella entró,
sólo siete segundos mientras dormía
una siesta
escondido.

Pude sentir los vientos del acero
enredándome las venas
como hiedras
serpentarias,
trepando
bajo mis pies
sobre este río,
sobrevolando la cuenca
hormigonada.

Ahora las hojas me despiertan
en la hierba,
como en el claro de sus huellas
de luz en la distancia;
parpadeando siete segundos
su llamada.

Buenos Aires, 10 de agosto de 2014

f/1

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He dejado de contar los pasos.
En lo profundo
hay un espacio curvo nítido de superficie
que no admite secantes ni otros planos;
que dispersa el fondo y te distingue
sin difracciones.

He dejado de contar el tiempo.
El disco de luz que lo atraviesa prescinde del infinito
y su calibre me refleja la distancia en tu pupila;
y me convergen los puntos focales obturando
sin multiplicaciones.

Ya no más el doble,
ya no más la mitad de nada;
hoy la luz de una vela alcanza a iluminar lo necesario.

Buenos Aires, 30 de julio de 2014

Elementos para la refutación del modelo binario

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No es que me signifiques menos tanto o más como me significantes,
ni que tu imagen se me acústica como una idea persistente.

Tu beso de lengua no habla, se sabe, porque no lo necesita,
y tus motivaciones,
me desequilibran el sistema hasta la afasia.

Buenos Aires, 24 de julio de 2014

Verborragia

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El silencio, te dije,
me reprime verbos clandestinos,
me atraganta palabras en los lagrimales
hasta la última migaja de luz
ultravioleta
entre el velador y tu espalda.

Ya sé,
que tenemos edad suficiente para saber que no sabemos nada,
que los verbos son a veces pactos malignos del equívoco desmesurado,
que los tiempos determinan los modos,
y viceversa,
también,
todo lo contrario;
como si evadir ciertas voces me aclarasen la garganta
o los sentidos,
como si los años y los protocolos al final sirvieran para algo
que no sea
encontrarte.

Y aun así.

Una vez, te dije,
no te lo repito más,
todavía.

No creas que el verbo es el núcleo formal de mi discurso,
ni siquiera puede designar adecuadamente las copulas semánticas,
menos aun la que tu voz fecunda en mi memoria
como un derrame de sintagmas
en esta consabida catarata barroca de paradigmas y oraciones largas;
menos todavía aquellas otras crispadas de amperios sin resistencia
que se descargan de tu cintura
hasta mí,
tierra ceniza sedienta de sismos
e inundaciones.

Pero en fin.

Apago la luz, te dije,
y en silencio no te digo nada,
por ahora.

Adormecido mañana,
quizás furtivo balbuceante en el entresueño pretexto,
habré de romper la cautela sugerida por tus nervios
y en medio de tu abrazo cándido y desnudo,
no podré evitar la palabra que me estalla no más infinitiva,
que te estremece,
que me tienta y nos propone
conjugarnos.

Buenos Aires, 21 de julio de 2014

Apicultora

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Ya quisieran las abejas el enjambre de aguijones que acarician mi garganta untada de tus nervios.
Ya quisiera la reina alimentarse de tus manos sin culpas objetivas de su clase u otros vicios de la monarquía.
Ya quisieran los zánganos pretender obreras sin catástrofes ideológicas.
Ya quisiera la colmena apreciar la neblina que empaña los vidrios de tu biblioteca.

Yo no sé, 
yo sólo abro el frasco y en cada cucharada,
disfruto el espasmo de todos tus sueños,


Buenos Aires, 15 de julio de 2014

Carestía

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Me falta una rodilla,
un menisco de memoria que acaricio
en el aire
de cada semáforo rojo.

De regreso,
todavía en la humedad su perfume
y su voz en mis laberintos,
mi mano se hunde sin poder tocarla,
y echa de menos
su reflejo.

Buenos Aires, 06 de julio de 2014

Hasta mañana

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Pensaba en vos, en La noche de Galeano, en la canción de Serrat y en mi insomnio (en ese orden).
Y en que hoy sólo me han quedado dos horas y media para soñarte.

Buenos Aires, 02 de julio de 2014