En este sistema religioso arcaico no había hasta entonces dioses ni sacerdotes, sino solamente una diosa universal y sus sacerdotisas, pues la mujer constituía el sexo dominante y el hombre era su víctima asustada. No se honraba la paternidad y se atribuía la concepción al viento, la ingestión de habichuelas o a la deglución accidental de un insecto (...).
Robert Graves, Los mitos griegos I, El mito pelasgo de la creación.
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